La música en el siglo XX se expresa en el movimiento de las ciudades y el dinamismo de las grandes urbes, que con su ruido ensordecedor transportan a las masas al caótico frenesí de la modernidad, donde la armonía y la consonancia desaparecen para manifestarse en lo simple, el sonido. Éste, pasa a ser el centro de atención de músicos, compositores y artistas que encuentran en la vibración de los objetos el deleite de los sentidos y la posibilidad de expresar aquello que el cemento, el acero y la máquinas vislumbraron en la psique de la sociedad y el mundo para convertirlos en arte sonoro.

Ricardo Arias es un músico colombiano que ha encontrado en el sonido la posibilidad para escapar de las convenciones formales, estéticas y estilísticas de la música. Su trabajo sintetiza la necesidad de indagar y expandir en la base misma de los objetos, encontrar en ellos la resonancia que se adapte a sus necesidades individuales y ese oído interno que reclama una reflexión singular en el espacio-tiempo en conjunción con otros elementos y cuerpos. Una constante deliberación sensorial que pone en cuestión al instrumento/instrumentista al punto de subvertir de manera constante y directa las convenciones sobre su propia labor como compositor y artista. Las cuales son producto de una praxis en el devenir histórico, tecnológico y humano que aún no encuentran reposo.

Pregunta: Hay dos conceptos que no son comunes pero que en los últimos años han tomado cada más relevancia en los circuitos artísticos, los cuales se encuentran en tu obra, el de músico experimental y artista sonoro.

Ricardo Arias: Me considero músico experimental como lo plantea Michael Nyman en su libro Experimental Music Cage and Beyond (Nyman, 1974). En su libro diferencia la música de vanguardia, la cual es una música que hacen los compositores de la tradición centro-europea académica que son los que mantienen ese linaje como Maderna, Stockhausen, Boulez, Nono…

Respuesta: Los cuales seguían trabajando y explorando con la orquesta como tal.

Y trabajando con los sistemas de composición que habían derivado de la tonalidad, sin embargo, Nyman sostiene que la música de Cage y aquellos que lo siguieron es otra música, es la música experimental. Una música que involucra grados de incertidumbre, aleatoriedad e improvisación libre, así que arte sonoro es algo que se da a posteriori. Cuando llegué a Colombia me contrataron en la Universidad de los Andes para enseñar arte sonoro, y cada vez empezaba a sonar más este termino pues se estaba dando una apertura a nuevas maneras de tratar el sonido, pero no necesariamente es experimental ya que tiene que ver con una actitud ante la escucha y la creación. Tim Perkins menciona en uno de sus artículos que el músico experimental lo que hace es generar una situación sonora y se distancia, la observa y a partir de una retroalimentación comienza a crear, además siento que estas etiquetas se usan de manera más amplia para denotar músicas raras, lo que es raro es experimental.

Al escuchar tus discos se pueden encontrar elementos interesantes en la elección de sonidos, la creación de un espectro sonoro amplio y diverso aún en la mezcla de los mismos, entre esos los discos en los cuales has colaborado con músicos del norte de Europa y EE.UU. ¿Cómo fue dar ese paso a una música mucho más elaborada a nivel estético y tecnológico?

Cuando terminé mi etapa en el estudio de música electroacústica Phonos en Barcelona, tenía la influencia de la música improvisada, la cual es compleja y donde el centro de atención es la acción, la acción sin ningún prejuicio, lo cual me daba campo para todo y yo tenía un chip de que cualquier cosa podía ser usada como un instrumento, ya que lo importante era qué sonido quería usar yo y no si se hacían con aparatos de 10.000 dólares o un globo de látex.

Tu trabajo con los globos es interesante, ¿cómo llegaste a desarrollar tu obra con ellos?

Fue casualidad, pero me sirvió como un puente creativo porque cuando me estaba yendo de Barcelona tenía un proyecto en el cual usábamos objetos de todo tipo, entre ellos los globos. Otro amigo me contactó para tocar con él en un concierto y me dijo expresamente: “Quiero que toques solo globos”. Entonces me hizo enfocarme en ello y de allí surgió la idea de la batería Global así que empecé a explorar y me pareció una fuente de sonidos muy versátil con la cual podía explorar sin tener que depender de instituciones. Fue una solución muy casera para un problema de gran complejidad que se cree que tiene que solucionarse con la tecnología, la verdad lo vi como un proyecto pasajero, pero con el tiempo la gente me decía “Oye, saca los globos y toca”, y terminó siendo mi instrumento por muchos años.

¿Cómo definiste tu proceso creativo con estos recursos sonoros y a su vez cómo se manifestó en la improvisación?

Es paradójico, la improvisación libre es una de las practicas más conservadoras que hay. Se supone que estás en un campo que está abierto pero cada cual ya lo tiene resuelto desde su instrumento, es una cuestión que tiene que ver con la forma de socializar la música. Yo no tengo un instrumento, tengo los globos y los sé usar, pero no es una preocupación ya que cada vez que te llaman a un proyecto o una colaboración con alguien dices bueno, qué es lo que toco yo. Para mi ese es el momento donde encuentro una nueva oportunidad para experimentar y hacer algo distinto.

¿Es decir que cada vez que vas a componer, entras al estudio o vas tocar con alguien es una posibilidad nueva?

Sí, ahora estoy en un proyecto y dije: “No quiero usar el ordenador”. Allí use las bombas, y digamos que después de tantos años usándolas he adquirido una técnica con la cual puedo hacer cosas con mucha precisión e interactuar de manera orgánica, pero en este punto yo hago los sonidos que quiero oír y está cada vez más fuera de la improvisación y mucho más cerca la creación de instalaciones y la composición.

Hablando de instalaciones, ¿qué opinas de la música experimental en este campo, ya que en Europa, Asia y EE.UU. es una tendencia al alza en la actualidad?

Tengo una teoría no formulada que he venido meditando desde hace tiempo. Pienso que el arte sonoro ya pasó, y el termino se usó de manera muy especifica en los años 70 a un grupo de artistas mayoritariamente alemanes con una actividad interdisciplinar. Entre 1965 y 1975, apareció el videoarte que conjugaba sonido e imagen, pero no se consolidó pues fue una tecnología de transición, en este momento ya tenemos herramientas visuales muy poderosas y para la gente es común trabajar con sonido pues los Daws (software de grabación y edición de sonido) están consolidados y puede que no los conozcas a fondo, pero la gente los usa. Por lo cual es un buen momento pues está al alcance de todos, pero no se ha avanzado en la percepción y esto lo digo de manera muy personal, a veces pienso que puede ser un tema generacional y educativo. Lo que veo es que hay un pensamiento alrededor del sonido que están desarrollando los artistas sonoros que no tiene nada que ver con la música y que se nutre de ciertos análisis y metodologías, pero es en esencia distinto, tiene que ver más con lo social, lo relacional y lo político, no con lo que ocupa generalmente a los músicos que es lo teórico y lo formal sobre el sonido, casi como una práctica extra-musical pero que usa el sonido como centro.

Endofonía Sonido multicanal

Algo importante en lo que mencionas es lo interdisciplinar en los artistas contemporáneos y cómo desde diferentes campos del conocimiento se encuentran expresiones artísticas, lo cual no era tan común hace unos años y toma fuerza cada vez más.

El arte no está ligado a un medio necesariamente y ahora la academia busca contrarrestar dicha visión dando la posibilidad de echar mano de diferentes campos y herramientas en momentos diferentes, por lo cual ya no se plantea desde la técnica sino desde el proyecto en particular. El sonido termina siendo un recurso más y no se habla de arte sonoro sino de un arte que usa el sonido, pienso que estamos en un intersticio, además la gente está mucho más familiarizada con la expresión experimental, al menos con el sonido.

A su vez esto plantea una dificultad y es encontrar lo singular en un espectro tan amplio de posibilidades creativas y la tecnología amplía más el campo. Se encuentran trabajos sonoros que mezclan luz y sonido a escalas masivas o programadores que componen música desde código en tiempo real o Machine-Learning, lo cual se encuentra entre la ciencia y el arte. ¿Cuál es el panorama para el arte sonoro en América Latina?

Ha ido en aumento, aunque el trabajo desde las artes plásticas sigue teniendo una preponderancia. Como hablábamos la educación ha ido cambiando y ha permitido asirse a nuevas técnicas mucho más cercanas a la tecnología siempre en beneficio del proyecto artístico, y un grupo mucho más reducido que se encuentra de lleno en estos campos como Juan Cortez y Alejandro Villegas del colectivo Atractor. Además, la Galería de Arte Casa Hoffmann está apostando extensamente a este tipo de proyectos.

Pienso que el arte sonoro no tiene que ser un arte con tecnología de punta, pues eso hace parte de la tensión y la postura política. Ya no hay diferencia en la accesibilidad de la tecnología, pero se encuentra otra sensibilidad la cual esta asociada con el conocimiento de las realidades locales y culturas ancestrales. El arte sonoro más interesante que se esta produciendo no es el que usa la ultima computadora, por el contrario, es una exploración enfocada al arraigo en contraposición a la tradición hegemónica en la cual nos formamos todos.

Ese arraigo que mencionas, ¿cómo está enfocado desde la obra de los artistas?

Hay una persona que ha tenido un impacto importante y es David Vélez, un paisajista sonoro. Está trabajando en una aproximación etnográfica en el desarrollo de sus obras con una población específica, como el proyecto Chicha (2019) (bebida alcohólica que resulta de la fermentación del maíz con agua azucarada, que se usa en algunos países de América), pero en vez de escribir un articulo o un ensayo hace un evento artístico; creo que es el camino por donde se mira al futuro y tiene mucho que ver con las necesidades actuales de la sociedad, como la memoria. Esa es la reflexión que puede emerger de los artistas que involucran el sonido, pero no necesariamente entorno a lo tecnológico.


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