Rogelio Bernal, murciano e ingeniero informático por la universidad de Harvard, logró una impresionante carrera profesional trabajando en Netscape, lanzando eBay en España e incluso fundando su propia empresa ARNetworks. Pero sobretodo, es conocido en el mundo entero por sus increíbles astrofotografías, que ha sido publicadas en muchas revistas internacionales, exhibidas en museos, aparecido en cadenas de televisión como la BBC, National Geographic o Discovery Channel, y seleccionadas hasta 54 veces para el Astronomy Picture of the Day de la NASA. Con un estilo propio inconfundible, sus paisajes nocturnos y sus grandes mosaicos de espacio profundo, la suya es una expresión artística única. El renovado Planetario de Madrid ha confiado en él para su exposición permanente “Los colores del cielo profundo”.

Con ocasión del segundo aniversario de su galería de astrofotografía, única en el mundo por estar dedicada por completo a esta disciplina, Probeta Mag ha dialogado con Rogelio para saber más sobre su faceta artística en conexión con la ciencia y la tecnología.

¿Cuándo empezaste a interesarte por la astrofotografía?

La chispa por la astrofotografía me vino una noche que iba conduciendo con la familia por la zona de Big Sur en California. Cuando hicimos una parada en el camino, vi la Vía Láctea por primera vez con mis propios ojos. Inmediatamente me intrigué por saber si un lego en la materia como yo podría hacer fotos de eso que estaba viendo, así como de galaxias y nebulosas. Unas sesiones por internet unos días después y ya estaba enganchado.

¿Dirías que es un interés puramente artístico, técnico-científico, o una combinación de ambos?

He de admitir que aunque la astrofotografía es una ensalada visual que combina ciencia, tecnología y arte, mi interés no es, al menos desde mi perspectiva, ni científico ni artístico. Es algo que conforme he ido investigando me ha ofrecido experiencias únicas. Me ayuda a pausar todo lo demás. Me permite crear, soñar, avanzar, explorar y me proporciona muchos y muy buenos momentos que jamás habría tenido de no haberme interesado por la astrofotografía. Si algo te hace feliz, lo lógico es hacer más de lo mismo y eso es lo que hago. Cuanto más, mejor.

¿Cómo vives las distintas partes del proceso de creación de tus imágenes?

En cualquier astrofotografía hay dos partes principales, no únicas, muy diferenciadas: la captura de la imagen y el necesario procesado posterior. La captura es cuando, aparte de capturar tu foto, te haces cómplice de la noche y pasas innumerables horas bajo las estrellas, muchas veces en sitios exóticos y con unos cielos nocturnos impresionantes. Es algo que puedes llegar a vivir muy intensamente. El procesado digital se hace en casa o en la oficina, con un monitor delante, lo cual no es tan exótico pero sí es el momento en el que transformas lo capturado en esa imagen final que buscabas, con lo que es igualmente un proceso que puede llenarte mucho. Y frustrarte a veces.

«The Clouds of Taurus» © Rogelio Bernal Andreo


Tu carrera en astrofotografía ha subido como la espuma en pocos años. En este tiempo, ¿cómo ha evolucionado el estilo de tus obras? ¿Cómo ha cambiado tu equipo y tu técnica?

Mi trayectoria fue de abajo a arriba en apenas 3 años. Fue durante mi segundo y tercer año cuando la gente no paraba de comentar la diferencia entre mis imágenes y las que hacía la mayoría del resto de astrofotógrafos, principalmente en cuanto a profundidad, campo de visión y composición. Son variables que he continuado ejecutando con bastante constancia todos estos años, y que han continuado produciendo imágenes que, según comentan muchos de mis compañeros, siguen sorprendiendo.

Mi equipo es prácticamente el mismo desde finales del 2008, con la única diferencia de que entonces utilizaba un telescopio y cámara CCD en concreto, y en el 2013 lo dupliqué, es decir, desdeentonces utilizo generalmente dos telescopios y cámaras idénticas en paralelo.

Yo digo que la astrofotografía no es una forma de vida, pero la enriquece de formas inesperadas y muy únicas. Es algo que empiezas a descubrir cuando te enganchas y que realmente no tiene fin.

Tus fotografías de gran ángulo, que no retratan un objeto en concreto, si no que muestran amplias regiones del cielo, son una idea innovadora que marca tu reconocible estilo. ¿Cómo empezaste a desarrollar este estilo? ¿Qué te transmiten estas imágenes?

En cuanto al estilo de mis fotos de cielo profundo, es cierto que al poco de empezar, una vez los aspectos técnicos pasaron de ser un hándicap a convertirse en una herramienta fácil de usar, observé que la mayoría de los astrofotógrafos estaban creando catálogos en lugar de retratar el universo. Algo que me llamó muy pronto la atención fue la búsqueda de paisajes estelares en el espacio, lo que me llevó a empezar a realizar fotos con encuadres quizás nunca vistos antes. Ese interés en el encuadre y la composición en búsqueda de una historia o de un paisaje y no de un objeto, no fue el resultado de intentar buscar la originalidad sino de mi propia curiosidad. Una vez identifico uno de estos «paisajes estelares», lo que me lleva a capturarlo son mis propias ganas de verlo. Cuando defino un proyecto, me suelo marcar unas metas concretas y mi reto posterior es el intentar acercarme a ellas lo más posible. A veces te quedas corto, a veces te acercas o lo consigues, y alguna que otra vez realmente te superas, en ocasiones sin darte cuenta hasta el final.

RBA Premium Astrophotography Gallery

La galería RBA Premium Astrophotography Gallery es hoy en día la única galería del mundo en la que únicamente se expone astrofotografía. A punto de cumplir dos años, cuéntanos. ¿Cómo y por qué te decidiste a abrirla? ¿Por qué en Silicon Valley?

Mi idea de abrir una galería empezó en el 2014, pero no para abrirla en California sino en Hawai’i. Fui madurando la idea hasta que en el 2015 me mudé a las islas y junto con un socio empezamos la aventura. Semanas antes de abrir surgieron diferencias irreconciliables. Regresé a California a realizar la aventura y abrir la galería por mi cuenta con mi mujer.  La galería en Sunnyvale fue un proyecto vital de un momento concreto al margen de cualquier meta comercial. Por el momento, no diría que la galería ha sido un instrumento a la hora de solidificar mi trabajo como astrofotógrafo profesional, pero sí le da un empujón.

Solo abres la galería con cita previa, las visitas se hacen de forma individual y tú en persona acompañas a los visitantes durante la experiencia, ¿por qué te decidiste por esta logística y qué tal ha funcionado esta experiencia hasta ahora?

La galería funciona al nivel que esperamos. La mayoría de visitantes conocen mi trabajo previamente y viven en la zona, aunque también hemos tenido visitas de interesados por la astronomía que han venido desde más lejos como Los Ángeles y San Diego. El aceptar visitas solo mediante cita previa permite que el visitante se encuentre atendido de una manera exclusiva por el mismo autor, a un nivel que solo los grandes coleccionistas suelen experimentar. Esto es algo que podría cambiar en el futuro, y tenemos varias ideas de cara a una posible expansión, pero por ahora no pedimos más.

Entre los visitantes de la galería, ¿hay más interés por espacio profundo o por astrofotografía de paisaje?

A través de internet vendo muchos más paisajes nocturnos que imágenes de cielo profundo, pero curiosamente, en la galería vendo casi siempre solo imágenes de cielo profundo. Las dos imágenes de cielo profundo que más compra la gente son la de «Clouds of Orion» y «Downtown Milky Way«. Esta última además suele venderse casi siempre en un buen tamaño, 152×76 cm, lo cual me alegra ya que es una de las cualidades de esa imagen.

Diriges tu propia galería, impartes cursos de astrofotografía y tienes docenas de imágenes famosas a nivel mundial, ¿qué te queda por hacer?

En este momento estoy trabajando en tres imágenes de cielo profundo de las cuales una o dos quizás puedan ver la luz de aquí a unas pocas semanas. Dejando aparte los proyectos de fotografía propiamente dichos, en breve espero empezar a ofrecer clases sobre astrofotografía y procesado de imágenes  en internet, hasta ahora mis clases han sido solamente presenciales.

Hace tres años, al poco de publicar la imagen «Clouds of Orion» un compañero me hizo esa misma pregunta, y le respondí que mirando toda mi trayectoria, digo con tranquilidad que estoy ya más que satisfecho de lo que he logrado. He hecho y vivido mucho más de lo que habría soñado o imaginado, y si de méritos se trata, no necesito más.  En tanto que esté vivo y siga existiendo en mí  la misma curiosidad que me ha llevado a hacer todo lo que ya he hecho… ¡por supuesto! Seguiré mirando al cielo, buscando aquello que me intrigue en ese momento. Continuaré intentando ganarme la vida con esto, dar más a conocer mi trabajo… y lo que salga, saldrá.

Desde entonces hasta ahora he tenido la fortuna de producir la imagen de la zona cercana al núcleo de la Vía Láctea de mayor resolución que conozco, una imagen de Andrómeda revelando unas nubes de gas nunca fotografiadas antes, otra en condiciones parecidas alrededor de M64 y otras vistas nuevas, como la nube molecular de Tauro entera, es enorme, a resolución y profundidad telescópica, una instantánea del eclipse total de sol que ha ganado algún que otro premio y que hasta a mi me dejó un poco con la boca abierta y otras imágenes de las que me siento muy orgulloso y afortunado. Hace tan solo tres semanas capturaba el único vídeo que existe a color del FalconHeavy y el famoso Tesla Roadster a casi un millón de kilómetros de la tierra, algo que no se podrá volver a capturar hasta dentro de 90 años, cuando muy posiblemente ninguno de nosotros ya estemos por aquí, yo desde luego no. Y sinceramente, me sorprendo. ¿Me queda algo por hacer? Sí, creo que siempre me quedará.

Imagen de portada: «A New Flawless Point» © Rogelio Bernal Andreo

Contenido editado por Sara G. Rodríguez, editora jefe de Probeta Mag.

Si te ha gustado este artículo, puedes invitar al autor a un café o a lo que tú quieras. Gracias a tu contribución podremos seguir ofreciéndote las últimas noticias del arte contemporáneo en conexión con la ciencia y la tecnología