Las Delta Acuáridas Sur reciben este nombre por su posición en el cielo en la constelación de Acuario. Los meteoros de esta lluvia de estrellas, que este año está cobrando importancia debido a la poca visibilidad que acompañará a las famosas Perseidas de agosto, es conocido debido al curioso efecto que dejan los meteoros al cruzar la atmósfera, cuando sus espectaculares colas de gas ionizado se mantienen brillantes segundos después de su paso por el cielo nocturno. Se registra que la velocidad a la que viajan estos meteoros es de 15.000 kilómetros hora, llegando a pasar hasta más de 20 a la hora.

Esta curiosa lluvia de meteoros y parece ser la única que procede de un cometa que no pertenece al Sistema Solar y que está de paso por él, lanzado desde otra estrella a las proximidades de la Tierra. Así, las partículas que deja el cometa 96p/Machholz 1, que cada 5,24 años se aproxima al Sol, es material de otras estrellas. Tiene 6 km de diámetro y su última aproximación fue en julio de 2012. Es el más veloz de los cometas periódicos conocidos, acercándose al Sol a 18,4 millones de km, siendo lanzado hasta la órbita de Júpiter. Sabemos que este cometa no pertenece a nuestro Sistema Solar por la escasez de un gas, como es el cianógeno, muy corriente en todos los cometas.

Según la Asociación Astronómica de España, el mejor momento para ver las Delta Acuáridas Sur será la medianoche del 29 al 30 de julio o antes del amanecer, cuando el cielo aún está oscuro. Que además sería un espectáculo celeste prácticamente único, la unión de dos máximos de actividad de sendas lluvias de meteoros o estrellas fugaces, las Delta Acuáridas y las Alfa Capricórnidas. Otro buen momento será la noche del 31 de julio cuando habrá Luna Nueva y la oscuridad del cielo facilitará la observación astronómica.

Te damos varios consejos imprescindibles para fotografiar este evento astronómico y el cielo nocturno:

1.- Tómate tu tiempo para escoger la ubicación

El lugar desde donde saquemos la foto es más relevante de lo que muchos podrían pensar. Si, por ejemplo, intentásemos fotografiar el cielo nocturno desde los alrededores de un núcleo urbano, la contaminación lumínica producida por las farolas arruinaría la foto. Escoger un lugar sin contaminación lumínica no nos garantiza una buena fotografía, pero es sin duda un requisito imprescindible. Existen recursos on-line como lightpollutionmap.info que nos pueden ayudar a hacer una buena elección en este aspecto.

Otra cualidad deseable del lugar que escojamos es un horizonte despejado. Esto puede resultar evidente, pero no seríamos los primeros que escogen una zona de montaña sin contaminación lumínica y al llegar descubrimos que las copas de los árboles ocultan la mayor parte del firmamento.

Y aunque a menudo no tenemos mucho margen de elección en este aspecto, las ubicaciones a gran altura son preferibles. Así reduciremos la distancia que la luz de las estrellas recorre a través de la atmósfera, lo que se traducirá en más nitidez en las imágenes. Un mapa topográfico como topographic-map.com puede ofrecernos una vista rápida del relieve en nuestros alrededores que nos ayudará a encontrar un buen lugar. Pero cuidado, aunque estemos buscando una ubicación a gran altura, es importante no escoger la más alta de todas, pues en una montaña, el punto más alto es también el que presenta mayores rachas de viento que podrían mover el trípode y desestabilizar la cámara. Es mejor no llegar a la cima y buscar en una de las laderas un claro, alto pero protegido.

2.- Infórmate de las predicciones meteorológicas

Si vas a recorrer una gran distancia para llegar a la ubicación óptima, no querrás bajar del coche y descubrir que la noche se ha nublado. Para sacar una buena fotografía del firmamento nocturno necesitamos cielos 100% despejados. La mayoría de apps móviles convencionales que hacen predicciones del tiempo informan del porcentaje de nubes esperado, pero podemos obtener información más precisa haciendo uso de recursos gratuitos como windy.com, que incluye mapas de nubes detallados e interactivos. Antes de emprender el viaje, siempre es aconsejable echar un ultimo vistazo y averiguar que planes tienen las nubes para esa noche.

3.- Asegúrate de salir en la fecha adecuada

El cielo está en constante cambio y movimiento, y no es lo mismo salir a hacer astrofotografía en una fecha que en otra. Ciertos eventos astronómicos como eclipses, tránsitos y ocultaciones suceden en un instante concreto y la oportunidad de fotografiarlos es única. Otro tipo de fotografías pueden sacarse a lo largo de periodos de tiempo más amplios, pero siempre hay una fecha óptima. Por ejemplo, el tamaño aparente de los planetas es mayor en los días cercanos a su oposición, la frecuencia de las lluvias de estrellas aumenta en su pico de actividad, el brillo aparente de un cometa crece entorno al momento de máximo acercamiento y, en el hemisferio Norte, el centro de la Vía Láctea alcanza su máxima altura durante el verano. Si vamos a fotografiar alguno de estos eventos u objetos, es importante informarse con anterioridad de cuando es el mejor momento para capturarlos.

Por otra parte, si lo que vamos a fotografiar son objetos de espacio profundo como galaxias o nebulosas y no tenemos especial interés por uno en particular, lo mejor es consultar una aplicación como Stellarium, que nos muestre qué objetos serán visibles en la fecha escogida.

Copyright: Alejandro Romar

Al margen de tener en cuenta la fecha óptima para fotografiar cada objeto o evento, hay otro factor imprescindible a la hora de escoger qué noche saldremos a hacer la foto: la fase lunar. Al estar la Luna tan cerca de nosotros, la luz del Sol reflejada en su superficie ilumina con intensidad el cielo nocturno, ocultando así los objetos astronómicos de la misma manera que la luz del Sol oculta las estrellas durante el día. Salvo que la Luna sea el objeto que queramos retratar, es importante escoger fechas entorno a cada Luna nueva, para asegurarnos de que su luz no vele la foto.

4.- Completa tu equipo y adáptate a él

Un equipo de astrofotografía consta de tres piezas esenciales: la cámara (ya sea una cámara estándar SLR o CSC, o una CCD astronómica), un sistema óptico (que puede ser un objetivo para la cámara o un telescopio) y un soporte (ya sea un trípode estándar o una montura astronómica con seguimiento). Reemplazar cualquiera de estas tres piezas esenciales supone una inversión importante que no se puede hacer a la ligera, pero hay pequeños accesorios adicionales que por un precio moderado pueden marcar la diferencia: Un disparador, por ejemplo, permite tomar la foto sin tocar el cuerpo de la cámara, de esta manera, evitaremos desestabilizarla cada vez que disparemos. Un láser comercial de color verde puede ser de gran ayuda para enfocar la imagen o localizar a qué región del cielo estamos apuntando. Y un calentador portátil, evitará que la humedad se condense sobre la lente.

Con estos accesorios, sacaremos el máximo partido a nuestro equipo principal, pero tengamos el equipo que tengamos, tan importante como completarlo es conocer sus limitaciones. Dos características en concreto son especialmente relevantes a la hora de hacer astrofotografía: el factor de ampliación y la sensibilidad. Aunque podemos calcular estos parámetros a partir de las especificaciones técnicas de nuestro equipo, quizás el método casero sea la opción más intuitiva.

La sensibilidad del equipo determinará si este es capaz de capturar imágenes con luz muy tenue. Puedes averiguar la sensibilidad de tu equipo mediante prueba y error. Comienza por fotografiar objetos visibles a simple vista como una constelación o la Vía Láctea. Si la cámara responde bien, puedes probar con alguno de los objetos de espacio profundo más brillantes, como los cúmulos estelares del catálogo Messier, la Nebulosa de Orión, o las galaxias de Andrómeda y del Triángulo. Si el equipo sigue cumpliendo, prueba poco a poco con objetos de magnitud mayor hasta encontrar dónde está tu límite.

Por otra parte, el factor de ampliación determinará cómo de grande se verá un objeto en tus imágenes. El método casero para calcular este parámetro consiste en probar a sacar una fotografía rápida de la Luna. Ésta ocupa aproximadamente medio grado en el cielo, de modo que, cualquier objeto con este mismo tamaño aparente, tendrá en nuestras imágenes el mismo tamaño que la Luna en la foto de prueba; un objeto de 1º ocupará el doble, uno de 15’ la mitad, etc. Así, comparando el tamaño aparente de un objeto con el de la Luna, sabremos como de grande o pequeño saldrá en la imagen.

Una vez hayamos determinado los límites de nuestro equipo, debemos adaptarnos a ellos. A la hora de buscar un objeto para fotografiar, tras determinar cuales serán visibles durante la noche que vayamos a salir, debemos filtrar aquellos demasiado débiles o pequeños como para salir en nuestras imágenes. De nuevo, el programa Stellarium puede ser de ayuda, ya que, además de mostrar la posición de los objetos en el cielo, indica su tamaño y magnitud aparentes.

5.- Busca los parámetros óptimos

Una vez tenemos el objeto, el equipo, la fecha y el lugar, llega el momento de la acción: apuntamos con la cámara hacia la región del cielo dónde está el objeto escogido y tan sólo queda disparar. ¡Click! Un instante después, esperaríamos encontrar la foto perfecta en la pantalla de previsualización… pero por desgracia, no siempre es así. Si el resultado obtenido no es el esperado, quizás sea porque los parámetros escogidos no fueran los óptimos. Antes de rendirse, es siempre buena idea repasar la “checklist” “apertura-enfoque-exposición-sensibilidad”:

Al hacer fotografías del firmamento, nos interesa siempre capturar la mayor cantidad de luz posible, para eso, el sistema óptico debe estar configurado en su máxima apertura. Si estamos utilizando un telescopio, la apertura será fija, de modo que lo único que podemos hacer es quitarle la tapa. Por el contrario, si vamos a hacer la fotografía con un objetivo para cámaras, además de quitarle la tapa debemos configurarlo con el menor número f/ permitido. De esta manera, el diafragma quedará completamente abierto, la posición óptima para captar la mayor cantidad de luz posible.

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Una vez tengamos el valor óptimo de apertura, el siguiente paso será comprobar el enfoque. Enfocar una astrofotografía puede ser un reto inesperado para quienes no estén acostumbrados. El brillo del cielo nocturno es tan tenue que el enfoque automático de las cámaras no tiene nada que hacer, y lo habitual es que, a través del visor, nuestro ojo tampoco sea capaz de ver nada. Entonces, ¿cómo enfocar? En esta situación, el láser es nuestro mejor aliado. Apuntando con este hacia la región del cielo que hayamos encuadrado crearemos una “estrella virtual” de color verde mucho más brillante que las reales. Mientras mantengamos el láser encendido y estable, podemos usar el enfoque manual o automático para enfocar el final del haz. Si tras apagar el láser capturamos la foto sin mover el enfoque, esta saldrá casi perfectamente enfocada. Ahora, para encontrar el punto óptimo de enfoque, sólo queda jugar a prueba y error, moviendo ligeramente el enfoque entre una foto y otra hasta conseguir que las estrellas salgan puntuales en la imagen.

El siguiente parámetro que debemos comprobar es el tiempo de exposición. Puesto que seguimos buscando capturar la mayor cantidad de luz posible, el tiempo de exposición óptimo será el máximo permitido. En este caso, el límite lo impone el movimiento del cielo: si escogemos un tiempo de exposición demasiado largo, las estrellas dejarán un rastro de movimiento en la foto. Una vez más, podemos aplicar el método de prueba y error: empezaremos sacando una imagen de unos 10’’, si las estrellas salen movidas, el tiempo de exposición es demasiado largo y habrá que reducirlo; por el contrario, si las estrellas se ven puntuales, quizás podamos probar un tiempo de exposición algo mayor para así captar más luz. Haremos todas las pruebas necesarias hasta encontrar el máximo tiempo de exposición que produzca estrellas puntuales, pues ese será nuestro valor óptimo.

6.- Mejor utilizar un valor de ISO alto

Si hemos configurado correctamente el enfoque, la apertura y el tiempo de exposición, ya deberíamos obtener imágenes nítidas en las que se vean estrellas brillantes y puntuales. Si aún así el objeto que estemos tratando de fotografiar no aparece en la imagen, solo queda considerar dos opciones: o bien no estamos encuadrando la zona adecuada del cielo, en cuyo caso habrá que reorientar la cámara; o bien la sensibilidad utilizada no es la óptima. En una cámara SLR o CSC, la sensibilidad del sensor se controla mediante el ISO, por lo tanto, debemos ir aumentando este valor progresivamente hasta que el objeto se vea de forma clara en la fotografía. Si posteriormente queremos editar las fotografías, es mejor utilizar un valor ISO más alto (aunque la imagen se vea un poco granulada) que utilizar un valor menor y luego aumentar el brillo en el ordenador, ya que el resultado final es siempre peor con el segundo método.

7.- El revelado es tan importante como la captura

Copyright: Alejandro Romar

El proceso creativo de toda fotografía tiene dos partes claramente diferenciadas, la captura de la imagen con la cámara y el posterior revelado (ya sea analógico a partir del negativo, o digital a partir de un archivo RAW). No es diferente para las astrofotografías, aunque quizás el proceso de revelado de estas sea algo particular: procesar astrofotografías supone un sinfín de horas cambiando ajustes y aplicando filtros a gusto del autor, pero hay dos pasos previos imprescindibles y comunes a todos: alinear y apilar. Estos dos pasos nos permiten reducir el ruido que los altos valores de ISO introducen en las imágenes.

El proceso es sencillo: en primer lugar, debemos abrir en un mismo espacio de trabajo todas las fotografías que hayamos hecho a un mismo objeto y desplazarlas hasta que todas estén alineadas, con las estrellas en las mismas posiciones. Para esto, podemos utilizar un software genérico como Photoshop, o uno específico, como DeepSkyStacker. Después, apilaremos las fotos, es decir, haremos la media de todas las imágenes previamente alineadas. De esta manera, obtendremos una única imagen con el mismo encuadre que las originales, pero con mucho menos ruido. Esta fotografía, resultante de hacer la media, es a la que aplicaremos ajustes y filtros a placer hasta conseguir el resultado que desde el principio veníamos buscando.

Los consejos del experto Rogelio Bernal

Probeta Mag estuvo en la reciente charla exclusiva del Planetario de Madrid en la que el astrofotógrafo Rogelio Bernal regaló a sus seguidores unos sabios consejos para fotografiar nuestra constelación y el espacio profundo.

1. Cualquiera puede hacerlo

Rogelio se inició en la astrofotografía recorriendo en coche la carretera de la costa de California. Maravillado por el brillo de la Vía Láctea en el cielo despejado de las afueras, no se pudo resistir a intentar capturar aquel paisaje. Una foto llevó a la otra, y pasó de amateur a profesional, pero todo comenzó sin conocimientos, sin saber absolutamente nada de astronomía, con una foto rápida, hecha con una cámara compacta al borde de la carretera.

Para aquellos iniciados en astrofotografía con telescopios que atraviesan esa fase de “nunca alcanzaré el nivel de las fotos que veo en internet”, Rogelio pone como ejemplo dos de sus primeras fotos con telescopio: Orión y Andrómeda. Las fotos no tienen nada de especial, y simplemente podríamos decir que están a la altura de lo que cualquiera esperaría de un primer intento. Pero con tiempo y dedicación, llegó a construir el repertorio al que nos tiene acostumbrados en su Instagram.

  1. El encuadre creativo

“En astrofotografía, no podemos alterar el sujeto ni esperar que el paisaje cambie, no podemos cambiar el ángulo de disparo, no podemos cambiar la escena. Para los astrofotógrafos, el lienzo ya está pintado y lo único que podemos escoger es el encuadre”, explicó Rogelio.
La mayoría de personas que captura imágenes con su telescopio hacen fotografía de catálogo, escogen un objeto, centran el encuadre y disparan. Pero lo que hace de una imagen astronómica una obra única es el encuadre creativo. Rotando la cámara, descentrando el objeto o capturando también sus alrededores, la imagen se transforma. Y con el encuadre adecuado, es posible hacer que las astrofotografías transmitan de la misma manera que lo hace la fotografía de paisaje tradicional.

  1. Busca nuevos enfoques

“Hice el primer mosaico de Orión para ver por primera vez la constelación al completo. Y años después, amplié y mejoré esa imagen con más detalle y profundidad. Estoy convencido de que puede hacerse una tercera versión en la que aparezcan nubes aún más tenues”. La búsqueda de nuevos enfoques y superar nuestras expectativas propias son retos que Bernal propone en el proceso creativo de fotografiar el espectáculo encima de nuestras cabezas.

Imagen de portada: NASA

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